sábado, 30 de mayo de 2009

Negro

No, no es racial, tampoco extremista, mucho menos depresivo, mucho menos triste. Negro, simples letras que arman un significado, que forman una palabra y que definen un color. Un color tan simple y tan igual como cualquier otro, y no una situación, como cualquier otra. Es increíble como le resulta tan fácil al Señor Mundo juzgar o puntualizar una situación por medio de colores. Cuando la luz es roja, ya hay alerta, cuidado, precaución; cuando es verde, tranquilidad, o un buen ¡Dale hijueputa! del señor que viene detrás apurado en el tráfico de la mañana y que va tarde al trabajo y la ofensa es por excelencia, su mejor defensa. Lo más triste, es cuando simplifica una manera fácil de decir: esto está bien, esto no lo está; en definitiva, y según esta apocalíptica teoría, los colores fueron hechos para destruir el mundo.

Hoy, como esos días cuando sustancialmente nada está bien, pienso de nuevo en que quisiera darle usanza al jabón de baño, el lavaplatos y a algún detergente para lavar la ropa, regando cuales cascadas a las escaleras de este nefasto hogar, luego posar para una foto de héroe y sin olvidar por supuesto, el descuido planificado de pisar bien cerquita, ahí donde la carne hace contacto con el húmedo suelo para caer, lenta y dolorosamente, hasta que al final, ya inconsciente y sin sentido común, o mejor, sin ningún sentido cualquiera, reposar en el frío o calido piso, y pensar de qué color se ve todo, cuando ya no eres parte del mundo, y que ahora y a final de cuentas, para todos se ve Negro.

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